Morelia, Michoacán

Poéticas Incluyentes es una institución cultural llena de proyectos espléndidos y misteriosos donde triunfa un ambiente cálido, amigable y con sentido de unificación, que no es ajeno a ciertas ideas que rozan lo inaudito.

Por eso cuando sus fundadores me invitaron a lo que ellos llaman la expo Genuina Experiencia (Maha Mudra), “La grandeza de las manos”, seguida de una cena Tapa de Ojos no lo pensé dos veces. Siempre me ha gustado hurgar en lo desconocido.

La vivienda que sirve de sede a Poéticas Incluyentes fue, sin dudas, el primer elemento atractivo de la velada, porque se trata de la Casa Natal del poeta michoacano Jesús Sansón Flores, llena de historias, biografías ilustres y buenas vibras, situada a un costado del Jardín de la Soterraña, en el Centro Histórico moreliano.

Luego, la noche se fue complicando. Juan Medina Salgado, especialista en cultura de la discapacidad, nos dio un breve taller sobre la lengua de señas mexicana, para adentrarnos, un poco, en la cultura cerrada de los sordos, y luego, nos entregó un antifaz y un bastón de ciego.

El reto, dijo, es caminar por este larga pasillo hasta llegar a un primer cuarto donde los esperan unas cajas y unos cuadros.

Los asistentes nos sorprendimos un poco, pero nadie dijo que no, así que enseguida se armó una fila de “invidentes” que raspaban el suelo con los zapatos y se aferraban al hombre de su compañero de aventuras.

Más tarde, con los corazones apretados y dispuestos a buscar en las tinieblas, los invitados introdujeron sus manos en unas cajas tapadas con paños negros, donde se agazapaban varias maquetas de plástico impresas en 3ra dimensión que tenían que ser identificadas.

Así, tocando, escuchando, oliendo, utilizando todos nuestros sentidos, nos sumergimos en el mundo de lo esotérico. ¿Qué representan estas figuras? Se preguntaban mis compañeros de experimento. Hasta que uno grito: “¿Éste será el coliseo romano?”.

De las cajas pasamos a recorrer con nuestras manos unos cuadros llenos de altos relieves que representaban lo mismo que las figuras de plásticos.

Entonces, ya de regreso a la tierra de la luz de manera momentánea, descubrimos de la mano de Nacho Tena, promotor artístico y cultural, que habíamos estado jugando con figuras icónicas de la cultura mundial que los nuevos invitados deben seguir investigando.

Cena Tapa de Ojos

Por supuesto, la cena fue lo mejor, todos las nuevas personas con discapacidad visual nos sentamos alrededor de una mesa (a mí me pareció alargada, como la de los reyes) y tratamos de ubicarnos usando todos nuestros radares.

Al principio, me sentí perdido en el desierto, pero al rato, vaya perseverancia, empecé a ubicarme mejor: identifiqué mi nombre escrito en Braille, el plato, la servilleta a mi derecha, el vaso con la sangría del mejor tinto que hace feliz el paladar.

El guía nos explicó que nuestro plato se había convertido ahora en uno de sus relojes esféricos que adornan ciertos caserones. “Vamos a empezar probando la tapa de las 12”, nos sugirió una voz y lo hicimos. Después, fue identificando otras horas y, claro, seguimos comiendo.

Solo se nos dijo que estábamos consumiendo tapas tipo “montaditas” con panes como base e ingredientes y aliños españoles, en sus variantes saladas y dulces. A continuación, tuvimos que adivinar los componentes de aquella delicia y los ingredientes utilizados en la elaboración de cada platillo (tres saladas y uno dulce).

Algunos comensales, al mismo tiempo que disfrutaban y degustaban, tuvieron éxito en las adivinaciones, yo, me fui en cero (soy zurdo para la cocina).  

Terminada la cena modelo, y de vuelta a la luz (para seguir devorando las tapas), Nacho Tena nos regaló una hermosa canción que Medina Salgado llevó a la lengua de señas mexicana para el agrado de un público que entendía y aplaudía.

El plan era busca difundir la cultura de la discapacidad para lograr más eficacia en el trato de los ciudadanos con capacidades diferentes. Y se logró con creces.

Si disfrutaste esta historia puedes hacer ya tu reservación a partir de 4 personas. Aún hay fechas disponibles los miércoles, jueves y sábado y el horario lo definen los propios clientes.

El costo, ya con el descuento del 20 por ciento para julio, es de 200 pesos por plato. La cita es en Andrés Quintana Roo 393. Esta dinámica empezó en junio, no tiene fecha de caducidad y es imperdible.

Teléfono de reserva: 44 37341075

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