Fotos cortesía de Ubaldo Ferreira Tapia Morelia, Michoacán

La gran Sonoro Dinamita de Lucho Argain se propuso echarse al público michoacano en un bolsillo en su concierto de ayer sábado en la noche en los Jardines del Orquidario del Ceconexpo y lo logró desde que tomó por asalto la enorme tarima.

Minuto a minuto nos regaló una cumbia del alma que encendió el fuego de la gente y nos hizo bailar a todos:

Oye, abre tus ojos, mira hacia arriba, disfruta las cosas buenas que tiene la vida… 

La orquesta, con 63 años sobre sus espaldas, exhibe lozanía, juventud y un ritmo que no da tregua. Son nueve instrumentistas, dos cantantes estelares y 3 coristas vestidas con vaporosos atuendos azules con brillo. Por añadadura, tiene un cuerpo de baile que se lució también.

¡Levanta las manitos Michoacán!… ¡A ver como ruge Morelia…!

Luego de mostrar sus cartas de presentación y apoyada por tres grandes pantallas, un video lleno de imágenes sugerentes y un juego de luces alucinante, pusó a mover al respetable con “El viejo del Sombrerón”, un texto, que, como todos los que se escucharon, se aleja de las letras de mal gusto y hasta groseras de ciertas orquestas del género tropical, que triunfan, sobre todo, en el ámbito musical del Caribe.

Pero, lo mejor estaba por llegar con “Capullo y Sorullo”, un temazo sobre una historia de un matrimonio con avería:

Del matrimonio nacieron nueve hijos (nueve)
Ocho salieron rubiesitos
Yo lo vi, a mí nadie me lo dijo
que el noveno resulto ser bien negrito

Para darle más tarde paso a “La bamba”, interpretada por uno de sus voces principales, que, en medio del entusiasmo general, se paseó por el lunetario y se hizo varias selfies con los fans.

La noche ya era de la Sonora y para rematar llegó “No provoques mi Pichichi”, que inyectó aún más energía en un público delirante que se movía al compás de una música de reyes, cantaba y hacía volar el alma.

Lo mejor del espectáculo, fue, sin dudas, la interacción que lograron los cantantes con los michoacanos y la relación permanente que establecieron los solistas y las coristas en el propio escenario: hicieron bromas, jugaron, se pusieron irónicos y hasta incursionaron en el doble sentido y la parodia.

Ya en la segunda parte del show llegó la ola y uno de los intérpretes gritó: “Ahora, una bullita, mi gente”.

En el remate los asistentes tararearon “Las brujas” (Ahí viene la bruja, caramba, por el caminito) y movieron de lo lindo el esqueleto con “Ay chave”, junto a una melodía más suavecita que puso cachondos a muchos.

Para los michoacanos fue una noche inolvidable que los hizo olvidar los sinsabores de la vida diario y les regaló un poco de optimismo.

Más de 5 000 personas agradecieron esta propuesta del Festival Michoacán de Origen y salieron llenos de gozos del centro de conciertos. De eso se trató siempre, era lo que deseaban los músicos y los organizadores.


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