Foto: Proceso

Contrapunto

Así como muchos juraron solemnemente ante la divinidad y comunidad permanecer juntos hasta la vejez y después juraron no volverse a ver y pelearon hasta por el plato donde come el perro, hoy se hace realidad lo que se vislumbraba como un panorama obvio e ineludible, se separan los caminos de aquellos que anteponen el protagonismo y que cumplen las reglas hasta que estas no les favorecen.

Ricardo Mejía Berdeja quien hasta hace unos días se desempeñaba como Subsecretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, renunció a su cargo a pesar de la aparente cercanía, empatía y simpatía con AMLO, para como literalmente lo ha dicho, “no dejar colgada de la brocha a la gente que lo apoya en Coahuila”, registrándose como candidato por el PT a la gubernatura; afirmando ser el único capaz de poner fin al “moreirato” y representar el cambio verdadero pues Guadiana es uno más de ellos.

Cabe señalar que, a mediados del mes de diciembre del año pasado, López Obrador en su mañanera ensalzaba la gallardía, profesionalismo y sentido de responsabilidad del subsecretario, pues había aceptado los resultados de las encuestas, sin embargo, para los que hemos seguido los pasos de Mejía, nos parecía ser una afrenta difícil de ignorar para alguien que por meses había movilizado intereses en Coahuila y se autodefinía como el legítimo candidato de la 4T.

Pero ¿qué es lo que en realidad mueve a Mejía para desafiar al presidente y perder su atención y beneplácito? ¿Por qué el PT está dispuesto a hacer frente a Morena cuando su relación les ha traído tantos beneficios? ¿Qué tarea encubierta le ha asignado Andrés Manuel, o qué intereses ocultos mueven a Mejía ya que parece claro que su candidatura por el PT no le dará la gubernatura?

Si la respuesta es que se trata de solo una rabieta y, por ende, de un intento desesperado por alcanzar el cargo, entonces parece que los astros se alinean a favor del PRI y que la victoria de la Alianza por México en los comicios venideros parece cantada por adelantado, sin embargo, su optimismo desbordado se puede convertir en una tumba tan grande como su confianza.

En este mismo tenor, si se confirma entonces que el movimiento del exsubsecretario tiene por objetivo la búsqueda del protagonismo, no resulta descabellada la idea de interpretar su separación como un indicador o augurio de lo que pasará con Marcelo cuando las encuestas no lo favorezcan y sea Claudia la candidata por morena a la presidencia, pues ya lo dijo claramente Ebrard: “este es mi momento”.

En el 2024 Morena perderá a su líder y a uno de los hombres más carismáticos de la política de los últimos tiempos en México y nadie dentro del partido es capaz de llenar ese hueco. Si esto desata una lucha encarnizada al interior de Morena por la hegemonía del partido, serán ellos mismos quienes entreguen el poder que hoy ostentan.

Solo faltará que la alianza PRI, PAN, PRD nos diga que “lo tenía todo fríamente calculado” y su estrategia de siempre fue “hacer nada”, al fin Morena se autodestruiría.

Así que en este país donde la fantasía se hace realidad y la realidad es de fantasía; el santo contra las momias es una película de acción y el primer mundo la interpreta como realismo mágico, donde los ricos dicen luchar por los pobres y los pobres ya no quieren ser ricos, sino que los ricos sean pobres; la clase política nos vende todos los días la idea de que el bienestar de unos, es decir, el bienestar de ellos, es el bienestar de todos.

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