Morelia, Michoacán
Servidores públicos que ayudan a asegurar la movilidad de la población, funcionarios a cargo de labores ingratas, némesis que se evita no siempre con éxito… Los policías a cargo del tránsito y la vialidad en Morelia oscilan entre el reconocimiento y la hostilidad de la población.
Pero, ¿cómo es ser policía municipal y atender la movilidad en las calles? ¿Cómo es enfrentar día a día transeúntes y automovilistas que no consideran de adopción obligada las normas? La respuesta podría estar en las jornadas de inmersión que la Policía de Morelia lleva a cabo desde este año y a las que se han integrado 6 personas.
El punto de reunión es la Plaza de Armas. El comisionado municipal de Seguridad, Alejandro González Cussi, adelanta algunas especificaciones sobre la actividad que permitirá a 2 reporteras experimentar por unos momentos el trabajo de un policía municipal en labores de tránsito y vialidad.

El objetivo es hacer un recorrido por algunas de las calles del Centro Histórico donde se presentan de forma recurrente faltas al reglamento de tránsito y vialidad para conocer de primera mano cómo se realizan estas funciones y cuáles son las reacciones de los ciudadanos ante estas.
Allende, Valladolid, Fray Bartolomé de las Casas, Vicente Santa María, Humboldt y Vasco de Quiroga, son las calles que comprende el recorrido y donde se espera encontrar automotores estacionados en lugares prohibidos, sobre pasos peatonales y frente a rampas para personas con discapacidad, ante cocheras particulares o en doble fila.
González Cussi refiere los lineamientos de la jornada de inmersión: las reporteras acompañarán a 2 policías municipales, quienes harán sus actividades cotidianas con la observación de las comunicadoras, para ver el proceso de intervención en las vialidades, la aplicación de multas y la reacción de las personas.

Esto, sin tener previa información sobre la identidad de las reporteras y sin presencia visible de cámaras, para tratar de que el comportamiento desplegado no se vea interferido.
En torno de la Plaza de Armas, sobre la calle Allende, se estacionan algunos automotores, una conducta habitual que se acentúa los fines de semana, cuando los automovilistas asumen que se permite aparcar coches en el área.
La primera acción es retirar los automóviles estacionados. “Al llegar vemos si está el conductor, y le pedimos que se vaya; si no, pitamos con el silbato para que acuda y mueva el coche, la aplicación de la multa es el último paso, cuando después de un rato esperando no se presentan”.
Al menos 2 automovilistas son instados a retirarse de la plaza de Armas, sin incidentes, y al aproximarse a la calle Valladollid se encuentran 2 motocicletas aparcadas en una zona de carga y descarga, motivo de penalización.

A pesar de los llamados de las policías, nadie acude, hasta que comienza el llenado de la forma de infracción. Uno de los motociclistas aparece y no presenta sus documentos, recibe la infracción y luce molesto por la sanción.
“En promedio aplicamos de 30 a 40 multas cada día. De cada 5 multas que ponemos, en 2 o 3 casos las personas se portan groseros o violentas, y más cuando somos policías mujeres”, explican Diana y Marisela, policías municipales dedicadas al tránsito y vialidad.
Las respuestas de la población van desde simplemente ignorar a la autoridad, como sucede con los tripulantes de una camioneta, que se estacionan a un lado de la Plaza Valladolid y se limitan a asentir con un gesto, sin mover la unidad.
En contraste, durante la aplicación de una multa a un motociclista que transita en sentido contrario, sobre la calle Fray Bartolomé de las Casas, una automovilista se aproxima para grabar la intervención, asegurando que los elementos “son una vergüenza como mujeres y como policías”.

La solidaridad de la población está más con los ciudadanos infraccionados, aun cuando estos incurran en faltas al reglamento. Y esto se demuestra en el sitio de las acciones y en las redes sociales.
“De forma regular nos graban y suben las grabaciones a las redes sociales. A la gente se le olvida que somos policías, pero también personas. Es pesado llegar a casa y ver todos los comentarios feos que ponen en esos materiales, cuando nosotros sólo hacemos nuestro trabajo”, exponen.
Otro caso son las unidades del transporte público, en especial, los taxis. Se estacionan en las inmediaciones de la plaza Valladolid y apenas reciben la indicación de moverse lo hacen, para enseguida retornar.
Las policias municipales prosiguen, en compañía de las reporteras, hacia la calle Humboldt, donde nuevamente se observa un vehículo aparcado en un área de carga y descarga, por lo que se hace la multa.

Ante la ausencia del conductor, se llama a una grúas para el retiro del automotor, cuyo propietario llega al sitio una vez que ha sido asegurado en la grúa.
“Muchos piensan que por cualquier cosa llamamos a las grúas, pero sólo se hace cuando los vehículos están estacionados en pasos peatonales, rampas para personas con discapacidad, áreas de carga y descarga, cerca de las esquinas sin respetar el espacio libre de 6 metros, o en cocheras particulares, a solicitud del ocupante del inmueble”, explican.
El conductor demanda un acuerdo, sin importar que éste represente la erogación de una suma similar a la multa que se impondría, a fin de recuperar su automotor. Ante la negativa, pide las indicaciones para hacer el pago de la sanción.

“A veces nos ofrecen mordidas, pero no aceptamos, aunque quisiéramos no es tan fácil como la gente cree, porque las hojas de infracción están foliadas y asignadas a los policías, además que las cámaras corporales registran las actuaciones”, manifiestan.
Al término del recorrido, en el punto donde dio inicio, Alejandro González recibe a las policías y las reporteras. La pregunta es obligada.
“Ahora que han visto de cerca lo que hace la Policía de Morelia en las calles, ¿cambia la percepción?”, señala.
Y la jornada de inmersión lo que ha dejado en claro es la necesidad de una mayor empatía en todos los sectores de la sociedad, “ponerse en los zapatos del otro”, y ser solidario, sin incurrir en la justificación de faltas o delitos.