Foto: ACG

Acueducto Online

Un complicado inicio del actual Gobierno de Michoacán, presidido por el morenista Alfredo Ramírez Bedolla, no sólo porque, así como él, sus principales colaboradores, mayoritariamente hablando, prácticamente están incursionando a ciegas en las áreas que les han sido encomendadas, por no decir que carecen del perfil adecuado para estar en ellas.

Y si bien esta administración estatal empieza de manera endeble, diría hasta cierto sentido, débil, ha logrado contener una serie de conflictos, no importando que sea a la vieja usanza, a lo que sus integrantes han criticado, es decir, que en los hechos contradigan sus discursos antes y después de la campaña político electoral.

Ahí está el caso del crédito para el pago del magisterio y ahí está en ciernes la venta de inmuebles públicos, más allá de que se den golpes de pecho y expresen que los objetivos en ambos casos son diferentes a los enarbolados por sus antecesores inmediatos, sobre todo porque no escasos morenistas siguen clamando la consigna: Michoacán no se vende.

Por lo pronto, a simple vista, no se visualiza aun una marcada brújula del Gobierno de Michoacán, sólo algunos dejos dispersos, algunas líneas queriendo justificar esa ausencia, como, por ejemplo, el anuncio de foros regionales rumbo a la conformación de un plan de desarrollo estatal, un documento que a estas alturas sólo debería estar siendo pulido.

En contraparte, si hay un Gobierno de Michoacán en movimiento, sobre todo denunciando presuntas irregularidades o extravagancias de la pasada administración, puntualizando en la actitud gubernamental que tuvo el hoy ex titular, Silvano Aureoles Conejo, quien desde hace días, por no decir semanas, se le ha ubicado fuera del territorio michoacano.

Hay un Gobierno en movimiento con eventos oficiales, de carácter inercial, en donde el mandatario acude sin cuidar del todo la trascendencia de cada uno, el nivel de los mismos, en donde, en algunos casos, un secretario podría representarlo sin problema, sin denostación a los convocantes, ya sea de actos de sus propios o externos.

Digamos que el jefe del Ejecutivo de la entidad permanece activo en el ámbito mediático no como quisiera su equipo de trabajo de esa área, porque los responsables aun siguen pasmados sobre el qué hacer de su nueva encomienda, sobre todo en las entrañas de una imprescindible burocracia que no deja de ser un canto de sirenas a la complacencia del no hacer.

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