Ciudad de México
Es irónico que Andrés Manuel López Obrador haya dicho más de 56 mil mentiras durante su conferencia matutina y que ahora incluya una sección para señalar periodistas que desde su perspectiva están emitiendo noticias falsas, consideró el diario británico Financial Times.
“Se necesita descaro para ignorar los hechos y luego sermonear a los medios sobre decir la verdad”, escribió la periodista Jude Webber en la editorial del Financial Times, diario que también ha sido señalado por López Obrador.
La columnista comparó al Presidente de México con Donald Trump, a quien se le contabilizaron 30 mil mentiras a su mandato. El estudio al que hace referencia es el que dio a conocer a principios de mes la consultar SPIN, donde presentó un recuento de las afirmaciones falsas que ha hecho el titular del Ejecutivo, aunque no es el único, ya que Verificado Mx también ha emitido informes en el mismo sentido.
Esta no es la primera vez que se critica la sección “Quién es quien en las mentiras de la semana”, ya que además de periodistas e intelectuales mexicanos que han alertado del riesgo que está corriendo la libertad de expresión en el país con esta polarización y linchamiento orquestado desde la Presidencia, la propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) recomendó que se reconsiderara.
El relator especial para la Libertad de Expresión de la CIDH, Pedro Vaca, cuestionó si esta sección está contemplando los estándares internacionales de verificación de hechos y si se pensó qué se hará en caso de error, es decir, si se acusa a un periodista de haber mentido y posteriormente resulta que no fue así.
“Una cosa es como el Estado lo define, que aquí pudimos escuchar que son propósitos nobles, y otra es el impacto que éste puede tener en el debate público”, expresó el relator.
Invitó a las autoridades mexicanas a ponerse en el lugar de la persona que es señalada con nombre y apellido y el impacto que esto podría tener en su vida cuando se exprese sobre temas públicos y pidió tomar en cuenta de que no se trata de un espacio de comunicación como cualquier otro, sino de un espacio oficial que como tal está revestido por la máxima autoridad, que es quien tendría que garantizar la libertad de expresión, tanto de quienes simpatizan con su actuar, como de sus detractores.