Por Luisa María Calderón

Estrategia se define como el medio a través del cual una empresa define sus objetivos, adaptándose a un entorno cambiante, con el objetivo de conseguir una ventaja competitiva en el tiempo.

La palabra viene del latín y se usa en la milicia para definir el arte de dirigir las operaciones militares.

Hoy estamos de duelo en Michoacán, por el asesinato de 14 policías que cumplimentaban una orden de aprehensión, camino a Aguililla sin posibilidad de defenderse, pero también por la abyección presidencial frente al crimen organizado que tomó como rehenes a las familias de los militares en Culiacán.

Y no es que no haya riesgos naturales cuando te alistas en un cuerpo de fuerza que tiene como tarea contener a quien delinque, eso lo saben, pero supones que, en condiciones de violencia que ha ido aumentando y que ha ido lastimando cada vez más a la población, tu presupuesto para preparar, para tener sistemas de comunicación modernos, estrategas con información de primera mano que te permita actuar con ventaja competitiva frente a la delincuencia organizada, debiera ser una prioridad del responsable de las fuerzas armadas que es el presidente de este país, para darle a tus fuerzas armadas ventajas competitivas.

Pero no: durante los primeros meses de su gobierno, este gobierno dijo que no era esa la estrategia, que acabaría desde ya, con la violencia.

Declaraciones contradictorias, infantiles, como decir que los acusaría con sus mamás y abuelos, que se los encarga para que se porten bien.

Debilitamiento de las instituciones de fuerzas armadas, con tareas como barrer, contener a los migrantes, no repeler agresiones, obligarlos a entregar las armas a los delincuentes, a permitir ser humillados, a que los balearan, a que los asesinaran en Chiapas, en Puebla, en Tamaulipas, y aquí lo mismo con los policías.

Desdeñó la tarea de inteligencia que hacía Cisen y la propia policía federal, y la policía militar, y se atuvo apenas a la buena fe.

El presidente había señalado que no le echaría el ejército a la delincuencia organizada porque ellos también son pueblo; y de repente, aparecen 50 militares vestidos de civiles en un restaurante donde hay familias con sus niños y le avisan al capo de capos, el hijo del Chapo que se entregue sin resistirse.

El evento es en el centro neurálgico del poder de esa delincuencia organizada, sin medir su estado de fuerza. Sin tomar en cuenta datos numéricos, sin tomar en cuenta esos elementos. Ni siquiera midió que en ese lugar vivieran los militares con sus familias. No los vio.

NO tardó en operar su numerito peliculesco el secretario de seguridad, cuando vino la reacción del narco, y la “estrategia del estado” en lugar de obtener una ventaja competitiva, puso en jaque a la ciudad, a la ciudad, a las familias de los militares, a los militares, al país entero.

¿Sabes esa ley de Newton que dice que “a toda acción se opone una reacción de la misma fuerza (o más), en la misma dirección pero en sentido opuesto? Pues sí, pensar que el señor les diría “aquí estoy” sin reacción alguna es inaceptable para quien decidió.

NO planear estratégicamente un operativo NO es opción para el comandante en jefe de las fuerzas armadas; no haber dado la instrucción, no ya consultar la pertinencia, sino actuar sin UNA estrategia que midiera el terreno, que pusiera siquiera en el papel las fortalezas, los riesgos que enfrentarían, no confiar en el General secretario y actuar así, es una desobediencia del presidente a las propias reglas que hay y que no son a capricho sino precisamente para proteger de riesgos a la población!

Si lo que quería era tener una ventaja competitiva y obtener así nomás, como hacen en las pelis, el “sí, si voy contigo, reconozco que soy malo y me entrego a ti para que me entregues a tu amigo Trump”, DEBIÓ haber planeado estratégicamente su operativo y no lo hizo.

Los delincuentes organizados han vivido fuera de la ley, usando su fuerza y su violencia para tener control sobre territorio, población, recursos, rutas de trasiego y demercado; sumisión de miles de gentes. Actúan fuera de la ley y saben que al estado le corresponde el uso de la fuerza para detenerlos, por eso están preparados para reaccionar.

NO fue una bendición que soltara al hijo de “El chapo”, para salvar las vidas de las familias de los militares a quienes , puso en riesgo por no atender a una estrategia que se calculara, planeara, desde las fuerzas armadas, sino desde la cabeza de Durazo y de López, quienes nunca han estado en una situación de esa naturaleza.

Salir con su narrativa de salvadores de vida sí lo saben hacer, pero la delincuencia sabe de acción y reacción, y esta vez, una enésima vez, el titular del ejecutivo sólo pensó en él, por él y dio una orden loca, sin juicio, sin elementos reales.

Si votaste por esa opción, la del pensamiento mágico que desconoce las condiciones de la realidad y que con ello se ve obligado a obedecer a la delincuencia organizada, ahí tienes los resultados. No hay magia en el ejercicio político, ni para bien ni para mal.

Deja un comentario