Morelia, Michoacán – Antonio Rojas Ávila

En estas épocas en que todos somos emisores de información, cualquier hecho noticioso es aprovechado por los ociosos para empezar con sus inventos, y nunca faltan los miles y miles de incautos dispuestos a creer cualquier cosa que se diga en redes sociales.

Sin embargo, en este caso hay que dejar en claro que los peruanos tenemos una disculpa adelantada: somos del ‘País de las Maravillas’, donde todo puede pasar, donde de vez en cuando las noticias reales superan a la más morbosa imaginación aplicada a la ciencia ficción.

Por ejemplo, tuvimos un presidente —el dictador Alberto Fujimori— que torturó más de 500 veces a su esposa Susana Higushi (la primera dama) cuando “se portaba mal”, dándole electroshocks en el sótano número 13 del ‘Pentagonito’, el increíble edificio de la ‘CIA peruana’ donde vivía en vez de en Palacio de Gobierno.

O cómo el asesor presidencial y mano derecha del dictador, exmilitar y jefe del Servicio de Inteligencia, tenía una casa de lujo en la playa que por fuera parecía un lote baldío, y debajo de ella había un búnker (al que se bajaba levantando el jacuzzi) que conectaba a otra casa de seguridad a más de 100 metros de distancia, por medio de túneles equipados con la última tecnología.

Y como estas historias de terror hay miles y miles más. Será por eso que los peruanos estamos predispuestos a creer en lo increíble, y somos las víctimas perfectas de las idioteces del Facebook y el Whatsapp.

‘Alan García está vivo’

Aquí un post resume cómo se hilan en una conspiración las numerosas versiones que circularon sobre los hechos de ayer, cuando el dos veces presidente acusado de corrupción Alan García Pérez se suicidó de un balazo en la cabeza al llegar las autoridades a detenerlo para ponerlo en prisión preventiva.

Y así es como empiezan las fake news y las creencias populares, y cuando se debe de vencer la falta de flojera y consultar fuentes dignas de credibilidad antes de dar likes, de compartir y difundir lo que se ve sin el menor criterio.

Veamos cómo es tan fácil torcer la verdad como enderezarla:

Llega un disque fiscal a las 6:40 am a realizar allanamiento sin cinta celeste obligatoria para diligencias y cuando Alan le pregunta sobre qué harán, el fiscal se pone nervioso y no sabe dar explicaciones.

El fiscal adjunto especial Henry Amenábar Almonte (ningún “dizque”) llega a ejecutar la orden de prisión preventiva otorgada por el juez del caso, que ya se había dado a conocer la noche anterior (Alan García ya sabía lo que iba a pasar), y no necesitaba llevar cinta alguna, ya que no es un agente del Ministerio Público, sino un fiscal, y le corresponde llevar una medalla, la cual traía puesta.

Se dispara y ningún periodista afuera escuchó el disparo. Luego lo trasladan en una camioneta 4×4 con lunas polarizadas de emergencia al Hospital Casimiro Ulloa, pudiendo llevarlo a una clínica, y nadie lo vio dentro de la camioneta.

La casa de Alan García en San Antonio, Miraflores es una vivienda de lujo, lo bastante grande para amortiguar cualquier ruido. Y nadie ha presentado testimonios de los policías ministeriales y periodistas presentes afirmando que “no escucharon” el disparo. Sin embargo, todos vieron cómo los policías tuvieron que entrar por la ventana del cuarto en vez de forzar la puerta. La camioneta 4×4 es el vehículo que siempre utiliza Alan García y era la manera de salir más rápidamente al hospital más cercano, el Casimiro Ulloa, que está a sólo unas cuadras, y que además es el hospital de emergencias más importante del país. Y si los vidrios eran polarizados, difícilmente alguien iba a poder ver hacia adentro.

En el hospital ningún periodista lo grabó entrando al hospital y no hay rastro de sangre de su ingreso ni en el piso ni en la camioneta; todos sabemos que si te disparas en la cabeza sangras demasiado.

FOTO: Luis Alberto Melgar

Los periodistas, obviamente, llegaron al cercano hospital después de la camioneta, que iba escoltada por la policía. Y no, los paramédicos no van chorreando sangre por el camino cuando llegan los heridos. Y el interior de la camioneta nadie lo vio; ¿no quedamos que eran vidrios polarizados?

Sale la ministra con dos médicos totalmente nerviosos balbuceando, como diciendo ‘no estoy diciendo la verdad’, y cuando la periodista es más incisiva la ministra la interrumpe y ella lo explica.

Si estás operando y viendo desangrarse a un suicida expresidente de la República, y lo revives tres veces, y al final se muere, supongo que como médico es justificable que estés nervioso al salir a informar al país y al mundo de este suceso histórico…

Luego para suspender la diligencia el hospital le da al abogado un certificado de fallecimiento sin sello del hospital y no se lo llevan a la morgue.

El Ministerio Público tiene la facultad de, cuando hay suficientes evidencias que corroboran un suicidio, prescindir de la autopsia por respeto al cuerpo del fallecido y, como sabemos, ahí estaba presente el abogado de Alan García exigiendo que no se mostrara ni se llevara a ningún lado el cuerpo del exmandatario.

Para malograr todo, el pésame (para la familia de Alan) en el Twitter de Martín Vizcarra ya estaba digitado dos horas antes que anunciaran su fallecimiento.

Obviamente el presidente de la República tenía información privilegiada, sabía que era muy poco probable que Alan sobreviviera, y tenía listo el mensaje en el Twitter para darle enter, y lamentar su “sensible fallecimiento”.

FOTO: Luis Alberto Melgar

Para colmo la camioneta de Alan en donde lo trasladaron sigue transitando como si nada hubiera pasado.

La escena del crimen fue la casa de Alan, no su camioneta. La casa está acordonada y allanada por la Fiscalía y la Policía. La camioneta no tiene nada que ver.

Y así las cosas en nuestros días de odio a la lectura y amor por las redes. Para los conspiranóicos y chairiza fanática les dejamos algunas pruebas de la muerte del expresidente Alan García, a ver cómo las contradicen pues, siempre encontrarán la forma:

Mientras, los teóricos de la conspiración dicen haber hallado a Alan escapando tranquilamente por el Aeropuerto Jorge Chávez, con un ingenioso disfraz:

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